A veces las personas toman decisiones que provocan que su vida gire radicalmente. Los cambios que provocados pueden ser muy positivos para nosotros o muy negativos, depende de si la decisión tomada son las correctas. También hay ocasiones en las que la forma de pensar de las personas cambian con el paso de los años y quizás en un momento determinado pensaban y hacían una cosa pero al siguiente están en contra de todo lo que hacían.
Un claro ejemplo de cambio de mentalidad es la historia de nuestro protagonista. Este hombre es un granjero que en un principio utilizaba a los animales para poder vender su carne al mejor postor pero que un día inesperadamente hizo que su granja se convirtiera en un lugar sagrado para todos los animales, es decir, no iba a sacrificaría a más animales y tampoco iba a ser partidario del consumo de carne.
La mentalidad de este granjero, Mike Lanigan, era habitual en su familia pues ya desde pequeño él y su familia se trasladaron a una granja dónde durante mucho tiempo trabajaba para unas granjas de Canadá que se dedicaban a criar animales para luego vender sus carne en los mercados.
A pesar de que durante mucho tiempo la mentalidad de este hombre era la misma un día, después de estar trabajando durante mucho tiempo con animales, decidió que era hora de cambiar y hacer algo distinto con su granja, algo diferente que no se hubiese visto hasta ahora por la zona. Así pues después de pensar las cosas detenidamente tomó la decisión de acabar con la explotación ganadera y su granja no volvería a participar más en estas actividades por lo que se convertiría en una zona sagrada para todo animal.
La inspiración para cambiar su vida radicalmente se debió a que vio como un granjero, de 90 años aproximadamente, trataba a los animales con tanta ternura y tanto amor que hacía que otros quisieran hacer lo mismo. Por este motivo, estuvo pensando durante mucho tiempo sobre la hipocresía que los granjeros que se dedican a esto tienen y es que ayudaban a parir a las vacas y cuidaban a sus terneros para luego matarlos y servirlos en el mercado local.
Gracias a esa reflexión en su granja tiene burros, caballos, gansos y vacas. Es un hogar de 40 hectáreas donde estos animales pueden vivir tranquilos sin miedo a ser destinados al comercio de carne.
Por otro lado, este hombre se dedica a sembrar vegetales, hortalizas y otros productos que pueden ser destinados al mercado local como jarabe de arce o madera. Con todo esto sustenta los gastos que tienen los animales y sus gastos propios.